La sargento Daniela Fernanda Luna, de 37 años, madre de dos hijos, fue encontrada muerta en su auto en La Matanza. Un detenido, identificado como Sebastián Nicolás Ávila, confesó el crimen tras un allanamiento de urgencia. El asesino estaba por entrar a trabajar como chofer a una línea de colectivos ya que su papá es delegado del gremio.
La sargento Daniela Fernanda Luna, de 37 años y madre de dos niños, fue hallada sin vida en el asiento del conductor de su Ford Fiesta blanco en la intersección de las calles Carlos Casares y Norquins, en Isidro Casanova. El hallazgo fue realizado por agentes policiales que patrullaban la zona tras recibir un aviso al 911 de un vecino.
Luna, quien pertenecía al Comando de Patrullas Sur de La Matanza, estaba de licencia médica y había solicitado su retiro voluntario debido a lesiones sufridas en un accidente de tránsito mientras estaba en servicio. Durante su licencia, trabajaba como conductora para una app de viajes.
Durante la investigación autorizada por el fiscal Claudio Fornaro, de la Fiscalía Temática de Homicidios de La Matanza, los investigadores encontraron una vaina servida de calibre 9 milímetros en el vehículo de la víctima, y un proyectil deformado del mismo calibre debajo del cuerpo de Luna. También se descubrió que le habían robado su teléfono móvil.
La rápida intervención de la policía permitió rastrear el teléfono robado y localizar al sospechoso. Sebastián Nicolás Ávila, de 25 años, fue detenido por personal de la DDI La Matanza en su domicilio, ubicado en la calle Norquins al 2000, a pocas cuadras del lugar del crimen.
El papá del acusado es chofer de colectivos desde hace años. Incluso es delegado del gremio, por lo que había gestionado para que su hijo ingresará a trabajar a esa línea en los próximos días. Durante el operativo, el padre del acusado permitió el ingreso de los investigadores, pero al principio, el joven no estaba en casa. Posteriormente, regresó y las imágenes de las cámaras de seguridad revelaron discrepancias en sus declaraciones, y tras ello, Ávila confesó el crimen, diciendo que el disparo fue accidental y que su intención era solo robar el celular. El fiscal Claudio Fornaro autorizó su arresto inmediato. En la vivienda de Ávila, se encontró el arma homicida y una valija con municiones de calibre 9 milímetros, junto con el celular robado de la víctima.
