Caos y desorden en Castelar: el descontrol de la avenida Santa Rosa desbordó a las autoridades

La noche de este fin de semana en Castelar estuvo marcada por un caos sin precedentes en la avenida Santa Rosa, una de las principales arterias de la localidad. Miles de jóvenes se congregaron en la zona de bares, en lo que originalmente parecía una festividad controlada, pero que rápidamente se convirtió en un escenario de desorden y molestia para los vecinos.

La apertura del local Matatan Tragos, ubicado en el número 1295 de la avenida, generó una avalancha de personas que, convocadas a través de redes sociales, desbordaron el sector y causaron serios inconvenientes. Pese a las expectativas del evento, el sitio, que previamente había sido trasladado desde Libertad debido a la acumulación de denuncias por incidentes, comenzó a operar aparentemente sin tener en orden todas las habilitaciones requeridas.

Este bar tiene una particularidad: en lugar de consumir bebidas en su interior, promueve que los asistentes las adquieran en el local para luego consumirlas en la vía pública. Este modelo de negocio generó un problema inmediato, ya que el corredor gastronómico de la zona, que divide los municipios de Morón e Ituzaingó, se convirtió en un caos de botellas de alcohol, ruidos molestos y la aglomeración de personas, imposibilitando el paso por la calle.


El evento de inauguración fue promovido con una invitación que prometía música en vivo y sorteos, entre los que destacaba el premio de una heladera “llena de escabio”, un gancho atractivo para los jóvenes. La convocatoria tuvo un rotundo éxito, pero también desató una serie de quejas vecinales, que denunciaron ruidos molestos, disturbios y daños a la propiedad privada.

Durante esa noche, los vecinos no pudieron descansar debido al ruido constante de motos y autos, sumado a la presencia de cientos de jóvenes en la vía pública. Las puertas de las viviendas cercanas amanecieron cubiertas de orina y restos de botellas rotas, mientras que la policía intentaba, sin mucho éxito, dispersar a la multitud.

El día sábado, las autoridades municipales decidieron actuar y desplegaron un operativo para intentar frenar el desborde. Personal de seguridad del municipio y efectivos de la Policía Bonaerense se hicieron presentes en la zona, pero al llegar al local, no pudieron proceder a la clausura, ya que nadie se presentó para abrir el establecimiento. La clausura se había dispuesto previamente, pero no se concretó.

El operativo y la reacción de las autoridades dejaron en evidencia la falta de control sobre el comercio y el impacto negativo de su funcionamiento en la comunidad. Los vecinos continúan a la espera de una respuesta definitiva sobre cómo se resolverá esta situación y qué medidas tomará el municipio para evitar que el desorden vuelva a repetirse.

Este episodio resalta la problemática del mal manejo de situaciones similares, donde la falta de previsión y control sobre actividades de alto riesgo termina afectando directamente la calidad de vida de los residentes y las autoridades recién actúan cuando el daño ya fue producido.

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