Crónica de una crisis peronista sin fin en el Concejo Deliberante de Morón

Con la mitad de sus 10 bancas modificadas por licencias, reemplazos y maniobras políticas, el bloque peronista del Concejo Deliberante de Morón es hoy un símbolo del caos institucional. Elegidos por el voto popular que no asumen, licencias que abundan, asunción o desplazamiento de cargos según a quién se responde y un claro compromiso mas con el poder que con el pueblo. En el tablero del peronismo local, los vecinos siguen siendo los grandes perdedores.

La pulseada entre los sectores que responden al intendente Lucas Ghi y al dirigente Martín Sabbatella viene provocando desde hace tiempo una serie de reacomodamientos en el bloque peronista del Concejo Deliberante de Morón, reflejando la profunda crisis política que atraviesa el oficialismo local.

Los cambios más notorios comenzaron cuando dos concejales en uso de licencia por ocupar cargos en el Ejecutivo —Diego Spina y Leticia Guerrero— debieron reincorporarse a sus bancas tras ser desplazados de sus funciones por decisión del intendente.

En el caso de Spina, fue removido de su cargo como Secretario de Gobierno y hoy enfrenta una investigación judicial por un fraude millonario vinculado a la anulación de infracciones de tránsito. Tras su salida del Ejecutivo, regresó al Concejo, pero actualmente volvió a pedir licencia en medio de las tensiones internas.

Por su parte, Leticia Guerrero fue apartada de la Secretaría de Relaciones con la Comunidad, en lo que varios interpretaron como parte de una “depuración” del sabbatellismo dentro del gabinete municipal. La dirigente retomó entonces la banca que ocupaba Leticia Maldonado, vinculada al luquismo.

Posteriormente, en medio de la incertidumbre de si Fuerza Patria tendría lista única en Morón para las elecciones de septiembre, otro movimiento alteró la composición del cuerpo: el funcionario de Nuevo Encuentro Mariano Manoni renunció a su puesto en el Ejecutivo para retomar su banca como concejal —que había delegado en Agustín Ramponelli—, lo que significó una pérdida de espacio para el sector de Ghi.

Ya en octubre de 2025, el escenario volvió a modificarse. La concejal Florencia De Luca levantó su licencia y ocupó por primera vez su banca, luego de haber sido desplazada del Ejecutivo meses atrás. Su retorno respondió a una maniobra para neutralizar el intento de Valeria Gasol, dirigente de La Cámpora cercana al luquismo, de reincorporarse también, desplazando a Nadia Diz.

Ahora, en un nuevo episodio de esta larga disputa entre el luquismo y el sabbatellismo, la controversia por quién debe reemplazar a Diego Spina en su licencia —si Agustín Ramponelli o Vanina Moro— vuelve a tensionar el equilibrio interno. Desde la presidencia del Concejo Deliberante, en manos de Marcelo González sostienen que el reemplazo debe respetar el criterio de género establecido por ley, mientras que el oficialismo local insiste en imponer su interpretación.

Con este nuevo capítulo, el bloque peronista del Concejo Deliberante de Morón ya suma cinco recambios en sus diez bancas en los últimos tiempos. Es decir, la mitad de sus representantes fueron modificados en medio de la interna.

Una situación que expone no sólo la enorme turbulencia política del espacio, sino también la falta de estabilidad institucional. Concejales electos por el voto popular que no asumen, asunción o desplazamiento de cargos según a quién responden más que por idoneidad, licencias que se otorgan y se levantan según la conveniencia política, y estrategias más orientadas a conservar poder que a legislar y velar por los vecinos: un tablero de ajedrez en el que el pueblo de Morón termina siendo el principal perjudicado.




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