Durante una obra de zanjeo, operarios de AySA encontraron una construcción de madera y ladrillos bajo una calle transitada. Las hipótesis apuntan a un antiguo relleno o a un puente sobre una laguna desaparecida.
Lo que comenzó como una obra de zanjeo rutinaria terminó convirtiéndose en uno de los descubrimientos más curiosos de los últimos años en Haedo.
Mientras trabajaban sobre la calle Juan B. Justo, en la esquina con Lavallol, operarios de AySA encontraron una estructura de troncos perfectamente alineados, dispuestos sobre ladrillos y cubiertos por capas de tierra, adoquines y asfalto.
El hallazgo causó sorpresa entre los trabajadores y asombro entre los vecinos, que no tardaron en difundir las imágenes en redes sociales. En pocas horas, las fotos circularon por Facebook y WhatsApp, generando un intenso debate sobre el origen del misterioso entramado de madera.

Un hallazgo inesperado bajo la calle
Los troncos —aparentemente de eucalipto— se encontraban en excelente estado de conservación y presentaban un tratamiento con aceite o alquitrán, lo que sugiere que fueron colocados con un propósito específico. Su disposición ordenada y la base de ladrillos hicieron pensar que no se trataba de un simple relleno, sino de una construcción planificada.
El descubrimiento fue compartido en el grupo “Amigos de Haedo”, donde muchos usuarios recordaron que, hace más de un siglo, la zona era muy distinta: lagunas, quintas y caminos rurales formaban parte del paisaje habitual antes del avance de la urbanización.
A fines de la década de 1920, cuando comenzaron los loteos, varias de esas lagunas fueron rellenadas para dar paso a las nuevas calles y viviendas del incipiente barrio.

Dos hipótesis sobre su origen
Desde el Instituto y Archivo Histórico de Morón se propusieron dos explicaciones posibles para el hallazgo.
La primera sostiene que los troncos podrían haber sido usados como material de relleno en terrenos anegados. En las cercanías de Juan B. Justo y Congreso funcionaba la Quinta Benguria, que contaba con una laguna interna y fue rellenada con troncos de eucalipto antes de su urbanización.
La segunda hipótesis apunta a que los restos podrían haber formado parte de un antiguo puente o pasarela de madera, construido sobre una de esas lagunas. La alineación precisa de los troncos, el uso de ladrillos y el tratamiento de conservación aplicado a la madera refuerzan esa posibilidad.
De confirmarse, se trataría de una estructura original del paisaje haedense, cuando los caminos de tierra bordeaban espejos de agua y pequeños islotes.
El pasado bajo nuestros pies
Bajo el pavimento actual, Haedo guarda todavía fragmentos de su historia.
Lo que hoy es una ciudad densamente urbanizada fue, hasta hace un siglo, un territorio de quintas, huertas y lagunas que servían como espacios de recreo y descanso para las familias que escapaban del centro porteño.
El hallazgo bajo la calle Juan B. Justo no solo reveló una antigua estructura: recordó que el pasado de la ciudad sigue latiendo, oculto bajo el asfalto.
Cada obra, cada pozo o zanja, puede ser una puerta abierta a la memoria de aquel Haedo que alguna vez fue campo, agua y madera.